jueves, 8 de enero de 2009

Valores humanos

A finales de 1982, a mi madre le dio una trombosis. Ya no volvió a salir más a la calle. Su nueva y última casa fue el hospital. Con sus manos apretando un crucifijo, guardando su fe, ya había terminado su carrera.
Éramos cuatro hermanos: uno en Francia, dos en Madrid y una en Almería;
todos con trabajo e hijos. Teníamos que organizar los cuidados a nuestra madre.
Conversando con un P. Carmelita sobre el asunto, me informó de unas religiosas, las Siervas de María (cuya fundadora fue Mª Soledad Torres Acosta) que tienen casa en Almería y que se dedican a atender de forma gratuita a los enfermos.
Fuimos, hablamos con la M. Superiora y aceptó. Solamente deberíamos de ocuparnos del transporte y del desayuno de la religiosa. Al salir, el P. Carmelita me dijo:
- “Mira, la Iglesia en todos los tiempos ha tenido fallos; pero también tiene grandes aciertos. El que a una mujer, por amor a Dios, se le ocurra cuidar a los enfermos sin nada a cambio tiene mucho mérito. ¿No te parece que es maravilloso que esa persona iluminada por una fuerza superior arrastre a miles y miles de seguidoras con la misma idea de darse al prójimo, sin nada a cambio?”
Esta reflexión me dio mucho que pensar en esos momentos de dolor y angustia. Y es que podemos admirar a muchas personas que nos han precedido y que son un ejemplo a seguir. Uno de los más recientes es la vida de Teresa de Calcuta cuyo objetivo fue siempre: “Cuidar a los pobres más pobres”.

1 comentario:

kary dijo...

Hola Manrique, gracias por visitarme, si no te importa te voy a enlazar en mi blog para seguirte.
Este post es muy bonito, imagina si todo el mundo hiciésemos las cosas desinteresadamente, lo cambiaríamos a un mundo mucho mejor.
Me alegro de que tengas gratos recuerdos de tu paso por Novelda
Besos