sábado, 1 de noviembre de 2008

El andador

Alguien tuvo que inventarlo. El caso es que he andado con muletas, con bastón…Cada uno cumple con sus funciones. El bastón lo utilizo para andar por casa (el pasillo, habitaciones…) Hay más libertad de movimiento; es más práctico.
Cuando salgo a la calle, me viene muy bien el andador. Observo que con este artilugio estoy más propenso a la conversación y al diálogo: como más suelto.
-¡A donde hemos ido a parar! - me dijo un abuelete que iba con su bastón de pastor, con la empuñadura encorvada.
-¡Chaval, te falta la matrícula! - me dijo otro que venía de frente, en plan jocoso.
-¡Conozco un andador que lleva asiento; deberías instalarlo!
- Hombre, no estaría mal
-¡Cuidado, jefe, con los bordillos, que no tienen rebaje.
- Gracias caballero por su atención
-¡Cruce Ud siempre por el paso de cebra; tendrá más defensa!
- Esa ha sido siempre mi idea, le contesté.
Una vez me encontré con una mujer de cierta edad que también llevaba uno. Ya desde lejos nos estábamos viendo y al cruzarnos le dije: “¡Buenos día, señora, ya somos dos!”.
Este saludo dio lugar a que cada uno contáramos nuestra historia larga y extendida.
En otra ocasión, até el perrito al andador para sacarlo a la calle.
- ¡Cuidado! - me dijo un viandante - Puede venir otro perro, se pelean y pueden tirarle.
Desde entonces desisto de esta idea..
No sé cuánto tiempo he de tener el andador. De momento tendré que disfrutar de este apoyo y levantar la frente exclamando: “¡Vamos a la calle!”

1 comentario:

Zamarat dijo...

Me encanta ver que te tomas las cosas con alegría y con mucho ánimo. ¡Sigue así!